domingo, 25 de marzo de 2012

Furia Negra. Capitulos 1 y 2

I

La lancha avanza despacio entre la niebla, apenas podemos ver un par de metros más allá de la proa, pero ya estamos cerca. Aunque aún no acertamos a verla sabemos que la isla está ahí delante; sentimos su enorme mole, oímos las olas romper contra los acantilados. Ons. Una pequeña islita situada a la entrada de la ría de Pontevedra, como un parapeto natural contra las incansables embestidas del Atlántico. Una isla que sobrevive gracias a su atractivo turístico; miles de turistas la visitan a diario en verano para disfrutar de sus playas de aguas cristalinas y sus sendas naturales que recorren toda la isla de norte a sur. Y además tiene una playa nudista. Resumiendo mucho es lo que viene a decir el folleto que me he agenciado; también trae un pequeño mapa, que es lo más importante. Es la primera vez que la visito y no quiero perderme.
            Por desgracia no es una visita turística. El incidente comenzó hace tres días cuando se recibió una llamada por radio desde la isla, pidiendo ayuda e informando de graves disturbios por toda la isla. Después de eso, silencio absoluto tanto por radio como por teléfono. Ninguno de los barcos de pasajeros que hacen el trayecto a la isla desde Portonovo o Sanxenxo volvió ese día. Además una espesa niebla cayó sobre la desembocadura de la ría imposibilitando a las autoridades el obtener alguna información.  Al día siguiente se envió otro barco con agentes de la policía local y de la guardia civil; tampoco regresó ni hubo comunicación alguna por radio. Ayer se envió un pequeño contingente del ejercito desde la cercana base naval de Marín, durante todo el día no se supo nada de ellos y esta mañana se recibió una llamada de socorro de uno de los soldados que se interrumpió bruscamente.
Yo llegué en avión a Vigo hace cuatro horas; el señor J me quiere en esa isla para descubrir qué ha pasado y por qué y para ponerle fin, para ello cuento con la inestimable colaboración de dos individuos de rostro inexpresivo y grandes como armarios roperos, muy silenciosos. Parecen profesionales, mercenarios. Me estaban esperando en el aeropuerto con un cartel en el que tan solo había escrita una jota mayúscula, enorme. Muy sutil mi jefe, si señor.
- Creo que me están esperando a mí- le digo al que sostiene el cartel.
- ¿Le manda el señor Jericó?- Pregunta el que sostiene el cartel sin mover ni un músculo de la cara, es fascinante verle hablar.
- Efectivamente. Soy el señor Viento.
- Sí, ya nos dijo que tendría usted algún nombre curioso. Puede llamarnos Ojo y Mano.- dice señalando a su colega con la cabeza.
- Estupendo, pues una vez hechas las presentaciones, pongámonos en marcha. ¿Algo nuevo en las últimas horas?
- Me temo que no. Todo sigue igual que ayer- responde Mano. Increible, es igual de inexpresivo que su compañero, pero algo más alto.
Afuera espera un Hummer negro, montamos y repaso los datos disponibles hasta que llegamos a Porto Novo. Mis acompañantes no dicen ni una palabra. En el puerto tienen una lancha neumática preparada para salir de inmediato. Y al igual que yo, no tienen ni idea de lo que nos espera en la isla, pero parecen muy confiados. Yo no. Yo estoy acojonado. Si el señor J me ha hecho venir con tanta urgencia es algo malo, muy malo.
            De pronto, entre la niebla, aparece la silueta de la isla, como si de un gigantesco barco fantasma se tratara. Ojo apaga el motor y Mano saca un par de remos, toca hacer ejercicio hasta llegar a la orilla. Mal empezamos. Nos dirigimos lentamente hacia una minúscula playa situada al sur de la isla. Es la más alejada del pueblo y el último punto donde se puede desembarcar con relativa seguridad. Mientras no sepamos que es lo que ocurre en la isla es mejor no llamar demasiado la atención. La niebla que ha cubierto la ría durante estos días nos ha sido de gran ayuda para acercarnos sin ser vistos ni desde la isla ni desde la costa, pero ahora que empieza a anochecer es un peligro ya que dificulta la visibilidad, y eso en una zona donde hay grandes rocas afiladas a pocos centímetros de la superficie es un riesgo que no me gusta correr.
Por fin llegamos a la orilla y desembarcamos. En menos de dos minutos mis acompañantes han ocultado por completo la lancha en el interior de una cueva natural que hay en la playa. Muy competentes, profesionales. No se cuanto les pagan pero esta noche se van a ganar el sueldo con creces. A partir de aquí me toca a mí dirigir la operación, estoy emocionado. Saco el mini mapa del folleto, ellos tienen un mapa topográfico del ejército; por lo que veo la playita donde hemos desembarcado, “praia de Fedorento” pone mi mapa, está bastante cerca del campamento que tiene aquí instalado la Xunta de Galicia. Es un campamento de verano para chavales y será por ahí por donde empecemos a investigar.
- Mejor comprobar primero los puntos secundarios antes de dirigirnos al pueblo, llamaremos menos la atención. Mis compañeros se limitan a asentir con la cabeza mientras preparan sus armas.- Y espero que no lleguemos a necesitar nada de eso.
- Ya, yo también.- Dice Mano, el más alto de los dos- pero mejor estar preparado.
De la enorme bolsa de lona que llevábamos como único equipaje en la lancha están sacando dos pequeños rifles de asalto automáticos- Alemanes, lo mejor del mercado- dice Ojo. A continuación abre un pequeño maletín y saca dos glock negras con sus correspondientes miras láser y sus silenciadores, cogen una cada uno y por último Ojo se cuelga del hombro una bolsa de lona negra alargada. Veo que ambos llevan colgados del muslo sendos cuchillos de las fuerzas especiales, hoja negra y filo dentado en su último tercio. Ya es seguro, son profesionales.
- Tenga, esta es para usted- dice Ojo alargándome otra glock idéntica a las suyas- ¿sabe como se maneja?
- Sí. No es la primera vez. Gracias.- digo mientras me la guardo en un bolsillo de la cazadora. Espero no tener que usarla.
Dejamos atrás la playa y nos incorporamos a uno de los múltiples senderos que recorren la isla. Nos movemos en silencio, mis dos acompañantes parecen sombras danzantes y casi no consigo distinguirlos con esta extraña niebla; a su lado yo soy como un elefante en una cacharrería. Avanzamos durante unos minutos por el sendero en dirección norte, hacia el  pueblo, hasta que encontramos el desvío que conduce al campamento, hacia el este.

II

Tardamos apenas un minuto en llegar a la zona del campamento, se vislumbran las siluetas de las tiendas de campaña, pero está todo muy silencioso. Incluso para ser por la noche, estamos en un campamento de verano para chavales, debería haber algo de ruido; como mínimo deberíamos oír cuchicheos, susurros, ronquidos, algo. Seguimos avanzando y al llegar a la primera fila de tiendas descubrimos el motivo de tanto silencio.
- ¡Joder! No puede ser. Esto no puede ser real. ¿Pero que cojones ha pasado aquí?- Pregunta Mano, visiblemente alterado. Yo también me pregunto lo mismo.
Lo que ha pasado es inconcebible. Una carnicería. Una maldita carnicería. Los cadáveres de los chavales están por todos lados: dentro de las tiendas, sobre ellas, en los caminos, incluso hay un montón de ellos amontonados y quemados. Es doloroso observar esta locura, esta devastación.
Lo peor viene al realizar una inspección superficial de la zona. Es horrible y me cuesta creerlo. Han sido ellos mismos; se han matado entre ellos. Algunos de los cadáveres aún conservan piedras y cuchillos en las manos, algunos otros tienen la boca ensangrentada; imagino que los que no encontraron ningún arma utilizaron sus dientes para desgarrar los cuellos que podían, pero ¿por qué?, ¿Qué clase de locura induce a un chaval a matar a sus compañeros de un modo tan salvaje?
- ¡Ay! ¡Me cago en la puta!- El grito viene del otro extremo del campamento, es Mano, de nuevo- ¡Pequeño cabroncete! ¡Eh, aquí hay uno que aun esta vivo!
Entre la niebla es difícil orientarse pero consigo abrirme paso entre las tiendas y llego hasta el lugar donde está Mano.
- ¡Mirad a este pequeño mamón! Cuando le he visto he venido corriendo para ayudarle y por poco no me atraviesa la mano con la navaja- dice mientras nos muestra una pequeña navaja suiza multiusos.
- ¿Qué le has hecho?- pregunto. No me fío demasiado de él.
- ¡Nada, joder! Tal vez se asustase al verme correr hacia él, no se. Pero no le he hecho nada. Por cierto, está muy malherido.
Tiene razón, el crío tiene una herida muy fea en el abdomen, sangra mucho. Esta muy pálido y tembloroso. Se está muriendo. Me quito la cazadora para cubrirlo y darle algo de calor, pero cuando me agacho, salta hacia mí con los brazos extendidos y la boca abierta; va a por mi cuello. Por suerte le fallan las fuerzas. Es espeluznante, está al borde de la muerte y aun así intenta atacarnos, no defenderse, atacarnos. Se me ponen los pelos de punta. Los enrojecidos ojos del chaval se van apagando lentamente y muere. No debía tener más de diez años.
- Bueno, señor Viento. ¿Alguna explicación para lo que ha pasado aquí?-pregunta Ojo- Porque esto es peor que todo lo que yo haya visto. Y mire que he visto cosas en mi vida.
- No tengo ni idea. Pero para eso estamos aquí, para descubrirlo.
- No señor Viento, no se equivoque. Nosotros estamos aquí para ponerle fin a esto, esta noche. Antes de que el ejercito decida hacer limpieza en la isla. Si tiene usted tiempo averigüe que es lo que lo ha provocado, pero esa no es nuestra prioridad.
- ¿Qué quiere decir con que el ejercito haga limpieza?
- Que si mañana siguen sin noticias de la isla mandarán otro equipo. Pero este con una misión muy concreta, quemarán toda la isla.
- Pero no pueden hacer eso. ¿Y la gente? Además esto es un espacio natural protegido.
- Eso al ejército se la suda. En cuanto a la gente, llevan tres días sin datos que indiquen que aquí  queda alguien con vida.
- ¡Pero no lo saben con certeza!
- Da igual. El ejercito y el gobierno no se van a arriesgar a un posible ataque terrorista.
- ¿Qué? ¿Un ataque terrorista, aquí, en Ons? Tiene que ser una broma. ¿Qué clase de objetivo ridículo es Ons para un ataque terrorista?
- A mi no me lo pregunte, le digo que eso es lo que va a ocurrir mañana. Así que tenemos menos de diez horas para acabar con lo que demonios haya provocado esto, buscar supervivientes y salir de aquí cagando leches.
Joder, otra vez metido en mierda hasta el cuello. Gracias Jericó.
- De acuerdo. Tenemos que darnos prisa, así que vamos a dejarnos de chorradas y vamos directamente al poblado.

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