jueves, 10 de noviembre de 2011

Os Lobos de Montes. capitulo 10

X

            Continuamos nuestro paseo por un por un pequeño sendero que se interna en el bosque que hay tras la casa, llevamos varios minutos en silencio y estoy empezando a ponerme nervioso; estoy pensando en dar la vuelta y largarme cuando Arturo comienza a hablar.
- Mira, no se bien por donde empezar, hay mucho que contar y tenemos poco tiempo. Lo primero que debes saber es que no somos victimas de una maldición, ni de una enfermedad. Somos lo que somos por herencia. La capacidad de transformarnos es un rasgo genético presente en nuestras células; y es de carácter dominante, muy dominante, lo heredan todos los descendientes, ya sean machos o hembras. ¿De momento me sigue?
- Sí, creo que sí. Me está diciendo que es un rasgo hereditario, como el color del pelo o de los ojos, pero en su caso lo adquieren todos los descendientes.
- Correcto.
- Pero eso va en contraposición a las leyes de la  diversidad genética; el único modo de conseguir ese rasgo dominante en el cien por cien de los casos es el apareamiento entre miembros de la misma familia.- Miro desconcertado al jefe del clan y, por su expresión, descubro que he dado en el clavo.- ¡Oh, por favor!
- No te escandalices por esta tontería. Debes tener en cuenta una cosa, no somos humanos. Nuestro código genético no es como el vuestro. En muchos aspectos somos más parecidos a los animales. Lobos, leones, muchos grandes mamíferos se aparean entre miembros de la misma familia y no ocurre nada. Lo hacen para conservar fuertes los rasgos genéticos que les dan ventaja sobre sus rivales. Pues nosotros hacemos lo mismo. Habrás observado que mi hijo mayor y su esposa son muy parecidos.- No me puedo creer lo que me esta insinuando.
- Sí, pero también es cierto que los mamiferos de los que habla se aparean con miembros de otras manadas para evitar, a la larga, un deterioro genético en la manada.
- También nosotros lo hacemos. Nos relacionamos con otros clanes para mantener nuestra sangre fuerte. Mis hijas y mi hijo Tristán, sus parejas pertenecen a otros clanes. Pero el primogénito debe mantener el linaje original; ha sido así desde el principio. 
- Un momento, ¿otros clanes?
- Por supuesto. No creerías que éramos los únicos cambiapieles del mundo. Sin ir más lejos, aquí en la península convivimos tres clanes. Y hay muchos más en el resto del mundo.
- Me estoy perdiendo. ¿Por qué se ha llamado cambiapieles? ¿No son licantropos?
- Sí y no. Veras, nos transformamos en lobos, pero también podríamos transformarnos en otros animales. Es la adaptabilidad de nuestro don al entorno.
- No acabo de entenderlo.
- Mira nosotros estamos asentados desde hace muchas generaciones en el norte de la península y  somos lobos, otro de los clanes vive habitualmente en la región de Doñana y son linces El otro vive por lo general en la región de los Pirineos y suelen ser osos.
- Venga ya. Eso no es posible.
- ¿Seguro? Nos has visto, has visto lo que hacemos y sin embargo no crees que podamos ser linces u osos. Pues deberías ver a nuestros amigos africanos o a un antiguo clan esquimal que vive en Alaska.
            Esto cada vez es más surrealista, me cuesta creer lo que me está contando. Clanes de hombres lobo o lince…o lo que sea, viviendo por todo el mundo, desde Dios sabe cuando. Y nadie parece saberlo. ¿Cómo es posible?  Las preguntas se amontonan en mi cabeza.
- Dice que su clan lleva aquí muchas generaciones.
- Sí. Antiguamente aquí había un castro celta, lo fundaron nuestros antepasados y fue el hogar de mi familia durante siglos.
- Pero, ¿Cuánto tiempo llevan existiendo los cambiapieles? ¿Y por qué nadie sabe nada?
- Llevamos sobre la faz de la tierra tanto tiempo como el hombre. Nuestras leyendas más antiguas cuentan que fuimos creados tras la expulsión de Adán y Eva del paraíso con el fin de protegerles a ellos y a sus descendientes de los males que acechan en la oscuridad. Por eso somos más poderosos de noche y podemos cambiar de forma a voluntad. Los celtas nos llamaban Guerreros de la Luna.
- Entonces conocían de su existencia.
- Sí. El pueblo celta nos respetaba y nos consideraba aliados. Eran un pueblo que veneraba a los dioses de la tierra y creían que nosotros habíamos sido enviados por ellos para luchar contra los demonios que la corrompen.
- Pero ¿cómo es posible que nadie sepa nada sobre su existencia?
- Porque cada vez somos menos. Aunque somos mucho más longevos que vosotros, nuestra tasa de mortalidad también es mucho más alta. Estamos en una batalla continua contra la oscuridad que quiere consumir la tierra. Además, sí hay gente que nos conoce. Su señor Jericó ha sido nuestro aliado desde hace más tiempo del que puedo recordar y, sin ir mas lejos, la vieja Basilia también sabe la verdad hace mucho tiempo.
- ¡Ah, sí! La vieja. Oiga, ¿de verdad es…?
- ¿Bruja? Sí. Y muy poderosa. No te dejes engañar por esa mascara de vieja loca que le gusta usar. Conoce muchos secretos antiguos y olvidados. Hechizos prohibidos y pociones perdidas. Lleva aquí casi tanto tiempo como nosotros. Procura no enfadarla.
- Bueno, bueno, nos estamos desviando del  tema. Creo que ya es hora de que me cuente quién es el responsable de todas estas muertes.
- Mi nieto Clutos.- dice mientras se le ensombrece el rostro. El dolor que siente es casi palpable. Procuro mantener la calma, necesito que me explique la razón de todo esto.- Mira, debes entender que lo que comente antes tiene mucho que ver en todo este lío.
- ¿A qué se refiere?
- A nuestro don. Es un rasgo genético, pero deben aportarlo ambos progenitores; en caso contrario somos incapaces de controlarlo y nos volvemos locos, nuestra conciencia se ve ahogada por el instinto animal primigenio. Es lo que le ha ocurrido a mi nieto.
- ¿Y como es que no se han dado cuenta antes?
- Porque la primera transformación tiene lugar al llegar a la pubertad debido al aumento de producción hormonal. En el caso de mi nieto, pensábamos que aún no había tenido lugar y cuando descubrimos la verdad ya era tarde, había escapado y comenzaron las muertes.
- ¿Pero como pudieron no darse cuenta? Es absurdo, ¿no lo vieron?, ¿no lo olieron?, ¿algo?
- Lamentablemente no. En parte la culpa es nuestra, debimos haber hecho algo hace mucho tiempo, pero no fuimos capaces. Veras, a mi hija pequeña, Elvia, la violaron hace doce años; era joven y no supo defenderse. Nosotros nos ocupamos debidamente de su violador, pero por desgracia ella nunca se ha recuperado del todo. Nos daba pena y por eso no hicimos lo que debimos en su momento.- No quiero oír lo que está a punto de decirme- Nuestra obligación era matar al mestizo, sabíamos lo que pasaría si no lo hacíamos, que no controlaría el cambio y el instinto cazador lo volvería loco. El problema está en que ahora ella le está ayudando.- Joder, me acaba de contar que toda esta carnicería, esta cadena de muertes sinsentido son obra de un crío de doce años; me estremezco al pensar en lo que será capaz de hacer un adulto. Pero ahora tengo cosas más importantes en las que pensar.
- ¿Dice que le está ayudando a matar?
- No, ella intentaba evitar que matase a nadie- finalmente se resuelve la duda de la presencia del segundo lobo- pero ocultaba su rastro continuamente para que no pudiéramos dar con ellos. Sin embargo ahora tenemos una pequeña oportunidad; la han herido, así que ahora tiene mucho más difícil ocultarse de nosotros. Olimos su sangre antes de que usted nos trajese la noticia. Ese es también el motivo de que el clan se haya dividido en varios grupos. Mis hijas están buscando a su hermana antes de que sea demasiado tarde y muera desangrada. Espero que…
            En ese momento se oye un aullido agudo, prolongado, lejano que viene de la zona del norte; es seguido de otro que proviene casi de nuestra espalda, diría que del sureste, este es mas grave y mucho mas corto.
- Bien, los han encontrado a los dos. Mi hija huyó hacia el suroeste dejando un rastro claro para que la siguiéramos mientras mi nieto corría en dirección contraria. Pero lo tienen acorralado en una pequeña aldea abandonada cerca de aquí. Vamos. Démonos prisa, está a punto de empezar a llover.
- ¿Cómo sabe todo eso?
- Me lo acaban de contar, ¿no has oído los aullidos?
- ¿Los ha entendido?
- Pues claro. ¿Cómo crees que nos comunicamos cuando cambiamos? Venga, vamos, no perdamos más tiempo.
- ¿Adonde vamos?
- A acabar con esto de una vez. Vamos a matar a mi nieto.

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